Siendo uno de los maestros insoslayables de la escul-
tura nacional de las últimas décadas, Leo Vinci se -
yergue dentro de componentes realizativos que le son
propios: como huella digital. Asume la escultura no
como un desafío, sino como una identificación de vida,
como una correspondencia existencial. Y en tal medida
se da este acerto, que algunas de sus obras y aún de sus
series resultan incontrovertiblemente identificatorias
de su ser de sus ideales, de su pensamiento social....
Revista La Actualidad,, pag. l0, enero 2002.
J.M. Taverna Irigoyen
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