lunes, 25 de marzo de 2013

Mi experiencia como Profesor de Escultura desde el año 1952

Ser Maestro o Profesor, contiene el gran honor de reemplazar al papá y la mamá de cada estudiante. Los padres hablan, le dan los mejores ejemplos de vida, para que ellos ya grandes continúen obrando como sus padres, y docentes, que les aportan asesoramiento sobre la Vida y sus Estudios.
Para ello el Docente debe prepararse a conciencia sobre el tema que va a dictar, dándoselo con la mejor técnica, seriedad y cariño no excento de las exigencias que pide la corrección hacia el éxito de la labor. Evitando al máximo poner la mano en la obra del Estudiante, y en cambio, hablarle lo suficiente, para que con amor estudio y constancia, logre plasmar la obra que se le ha encomendado, debiendose respetar al máximo su personalidad.
En cualquiera de las artes, si la obra no refleja el espíritu de su autor se transforma en una artesanía, que da habilidad, para copiar el modelo tal cual es, mereciendo el comentario que puede decir: "muy bien hecho pero le falta espíritu y/o personalidad", siendo esto último, precisamente, lo que los padres y docentes debemos inculcar a nuestros hijos y/o alumnos.
En estos años aprendí que la enseñanza debe darse con sentido didáctico y metodológico con teoría y manejo de materiales propios de la etapa en que se encuentra el alumno, e ir  cambiando el resto en los años siguientes y en forma ordenada, para que no le queden vacíos conceptuales y prácticos que lo perjudiquen en el futuro. Ejemplo: En la vida al niño se le enseñan ideas y prácticas propias de su edad. En el futuro se incorporaran nuevas ideas y prácticas que correspondan a su nuevo estado psico-físico ( madurativo) y así sucesivamente.
El docente como el médico no debe llevar sus problemas personales al alumnado, recordando que esta cumpliendo una función social, de una sensible e importante trascendencia.
Tener en mente que los alumnos son nuestros pariente espirituales con quienes podemos halar de temas técnicos y humanos mejor a veces que con los parientes sanguíneos.
Recordemos siempre que:
-El que da amor, recibe de vuelta por lo menos dos veces amor.
-El que da con desamor y mal, de vuelta recibe desilusión, desprecio y con el tiempo resentimiento por lo mal hecho, y tiempo perdido imposible de recuperar.
Resumiendo:
El Docente como en todas las actividades humanas debe amar profundamente su labor en beneficio de los jóvenes espíritus ávidos de aprender.

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